Gesto de amor.

 

El ciego necesita que el bastón le hable sobre el mundo que él no puede ver. Pero si el bastón pudiera devolverle la vista al ciego, ¿lo haría?.

En esta historia pasó así; el bastón le enseñó al ciego a abrir los ojos y a ver los colores que rodean la vida. El ciego al ver el camino por primera vez, soltó el bastón y comenzó a andar. Ambos sabían que no había más que hacer, que ya no se necesitaban. Que uno ya era libre y el otro había sido liberado. 


Y eso no fue otra cosa, fue un gesto de amor. 


A volar, 

a lamerte las heridas, 

a ver la parte bella de la vida. 

A hacer las paces contigo mismo, 

a abrazar a tu monstruo. 

Que se está bien en soledad. 

Que bailar es de valientes 

y que ser libre es un acto de rebelión. 

Y cuando ya te vi sostenerte por ti mismo, 

tú me dejaste de necesitar 

y yo dejé de sentir el peso de tu peso

y entre esa ligereza, 

tú me soltaste 

y yo me fui borrando. 


Y eso no fue otra cosa, fue un gesto de amor. 



Teresa Julián. 

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